Museum Meermanno, MMW, 10 B 25, Folio 9v
La doncella había criado un ciervo que comía de su escudilla y bebía de su copa y dormía en su habitación. Tenía ya dieciséis astas, y salía todos los días fuera, por los campos y los bosques, juntándose con bestias salvajes y domesticadas, hasta que por las noches volvía a casa. […]Tan enseñado estaba el ciervo que por la noche prestaba su ayuda en la cena, pues servía de candelabro junto al padre de la doncella. Su hermosa cabeza era maravilla cuando en cada una de sus astas se alumbraba un cirio ardiente. […] Nunca existió bestia tan servicial y ningún hombre la conoció tan inteligente (Roman d’Eneas).
Traducción de Esperanza Bermejo al manuscrito editado
por J.J. Salverda de Grave (Paris, Champion en 19025 y 1931)
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